Lamentable, o afortunadamente, todos tienen el amigo pinturita que se pega el show en cuanta fiesta, reunión o convivencia exista. Aquel amigo ayuda a subir el rating de la fiesta, ya que si va él, van todos, para ver las travesuras del regalón.
Nadie sabe que psicología hay detrás de este individuo, profundamente afligido por una infancia de violencia y abusos, de sus tios, abuelo, y padres, que lo explotaban en los semáforos de las calles rurales de San Clemente, al Norte del Norte.
De cara alegre y cohibido cuando está conciente, el curadito se caracteriza por su tono apacible, muy cálido al hablar con él de día. De noche, y con solo 2º de alcohol de cualquier cosa (Cerveza, Yodada, Vino en Sobre o Bi-Alcohol) se vuelve la persona más barsa, capaz de dar vuelta el mundo con tal de conseguir sus fines de lujuria, e inmiscuir al resto de sus compañeros a seguir sus pasos. Luego de una etapa de reconocimiento, el curao se prepara para robarse la película, y empezar con bailes que parecen demostrar su estado de "Celo", ya que el alcohol ya ha hecho efecto en su sexualidad.
Luego de acabarse el alcochol, y de haber bailado como weón toda la noche, le llega el bajón, donde sale en busca desesperada de más alcohol y de algo para comer, o derechamente, va al baño a invocar al Semidios Guajardo, para seguir con la cháchara.
Una vez se le acaba la cuerda, viene la sesión de fotos de rigor, donde los amigos de la infancia se toman fotos con él, haciendo todo tipo de actos, o rayándole la cara y el cuerpo de forma tan chistosa que dan ganas de patearte el trasero.
El Curao duerme hasta el próximo mediodía, y luego de pasar el profundo hachazo, sigue su vida normal sin recordar acto alguno de los que sucedieron la noche anterior en el asesinato de su dignidad.
Por eso te Quiero Felipe.
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