23 enero 2008

Soy Un Ser Humaaaanoooo!

"Visite mi franquicia vaga en todas las estaciones de Metro cercanas a usted.
Y deme una monea"

Vamos a decirlo de una, sin rodeos: puta que es chistoso el viejito...

No... No nos diga que nunca se ha topado con el Vago del Metro. Mentira! Entonces déje que le contemos algunas cosas sobre él:


El Vago del Metro es una eminencia que se ha venido insertando en nuestra sociedad hace algún tiempo atrás. Es un vago que habita en las instalaciones del Metro (de ahí su nombre, Vago del Metro... interesante no?), y que su fin, como todos los vagos, es pedir que lo ayuden.

Pero el punto es que este vago es distinto a todos los demás. Es un vago con perso, con mucha perso, y eso, a veces (siempre) le juega en contra. Porque, digamos las cosas como son: cuando uno va caminando por la calle, haciendo sus cosas, y se acerca un vago a pedirte lo que sea, uno va con audífonos, y no escucha ni una mierda. Lo más probable -
piensa uno- es que me esté pidiendo plata. Entonces vas, revisas tu bolsillo, y si hay monedas, perfecto, le das una. Pero si no tienes, no te vas a poner a sacar la billetera, porque te la pueden pelar (no él necesariamente), pero a fin de cuentas el vago no te molesta, porque sigues escuchando tu música, y si quieres puedes ignorarlo y seguir caminando. Ahora bien, el Vago del Metro no utiliza esas técnicas tan milenarias para pedir auxilio.

Con sus seguramente 117 siglos de edad, el Vago lanza un grito de alta frecuencia que puede ser escuchado por perros o delfines, pasando por sordos y seres sin sistema auditivo. "
Teeeeeeeeeeeeeeengoo Haaaaaaambreeeee! Daaaameee uuuna-moneeeeaaa", es el diálogo predilecto del vago, y he ahí su deficiencia número uno. Porque el punto de ser vago y mendigar ayuda, es para llegar al corazón de las personas: que se apiaden de tí y te den una limosna. Es decir, los vagos no son vagos por gusto, y entendemos su precaria situación. Pero el Vago del Metro, al parecer, se divierte mucho con lo que hace, y sus diálogos hilarantes no son para menos. Y lo peor de todo es que a uno, como ciudadano decente y con sentimientos, francamente, no le da pena. No le da lástima, no le dan ganas de ayudar, no le provoca ningún sentimiento caritativo. Lo único que le da a uno es risa, y mucha.


Es que escuchar a un vago gritando "Daaaaaamee una-moneeeeea" puede ser una experiencia casi religiosa. Lo único que se necesita es ir caminando por alguna estación de Metro (preferentemente Bellavista de la Florida), andar con un humor de mierda, y escuchar al vago decir sus tan populares líneas. "Sooooy un seeeeer huumaaaaaaanoooooo... Daaaaameeee una-mooneeeeaaaaa" ...

Sólo dale unos segundos al mágico arte del vago, y la risa empezará a acutar en tí. Y mejor aún si vas con marmota o chalám, ahí la risa se multiplica por dos.

P.D: Personalmente, prefiero ayudar a los animales que a los vagos. Por lo menos ellos no me obligan a hacerlo.

1 comentario:

  1. cabros insolentes, se ríen de la desgracia de los demás ¬¬

    ....
    jajaja
    mentira XD


    saludos!

    ResponderEliminar